Nota Editorial del Mes de Agosto
Agosto 2021 |
En este tiempo de pandemia, guerras, hambre y miserias, casi o tan igual a “siglos pasados”, hago referencia a un texto que me llegó a través de Alfredo Resi, y atribuido a la Lic. Virginia Gawel, en donde el título era: “Gracias por tu tiempo”: Gracias por tu tiempo, son palabras simples, pero que conmueven, porque nos damos cuenta con cuanta liviandad, dispensamos “tiempos” como si fueran eternos, “canilla libre, interminable, de modo que la otra pregunta que nos hace con urgencia es: ¿Cuidamos nuestro tiempo COMO PARTE DE CUIDARNOS A NOSOTROS MISMOS?
Porque este punto es crucial para administrar con sabiduría la PORCIÓN DE TIEMPO-VIDA que nos fue dado. Uno no cuida de sí mientras permita que su tiempo sea evanescente sin necesidad, pues así como el tiempo se agota, nos agotamos nosotros.
“La informalidad al asistir tarde a una cita es un claro acto de deshonestidad. Es igual que robar el dinero de una persona, si robas su tiempo. Lo dijo Horace Mann, un destacado científico del 1800. Y, créase o no, hacia el 1800 el tiempo valía lo mismo que ahora: TODO. Porque la vida está hecha de tiempo, y no nos asiste el derecho a robarle vida a nadie. La pregunta es: ¿de cuántas maneras sin darnos cuenta le quitamos el tiempo a otros, o lo tomamos como si fuera lo más natural (lo cual sería equivalente, por ejemplo, a meter la mano en su bolsillo y sacar dinero de su billetera alegremente... ¡cosa que difícilmente haríamos!). Considerar al TIEMPO como si fuera PARTE DEL REINO DE LA MATERIA nos ayuda a ubicarnos, aunque más no sea; imaginémoslo como si fuese un rollo de tela: ¿Cuánto mide la porción de la que disponemos hoy? ¿Cuánto de esa porción podemos regalar y a quiénes? Si hemos tomado parte de una tela ajena... ¿pedimos disculpas, o nos la quedamos, sin más? ¿Guardamos una parte de esa tela para nosotros, de manera que podamos hacernos una manta para descansar al sol? Los invito a que tengamos estas preguntas dentro... Y a que, como parte del acrecentamiento de la conciencia, digamos tan a menudo como sea necesario ese “¡Gracias por tu tiempo!”. E instalarlo en nuestro entorno para que nos ayudemos entre todos a valorar ese “rollo de tela”, y a administrarlo con sabiduría, cada día, cada hora, cada minuto, con sabiduría...
Pidamos a Dios, que se Transfiguró para mostrarnos que él vino de Dios, a que seamos empáticos ante las necesidades humanos y estemos ahí, ofreciendo “nuestro tiempo”. ¡Que así sea!
Fernando Perfetti